En la parábola de Jesús del hijo pródigo, vemos a un padre muy implicado que se niega a controlar y observar a sus hijos; en lugar de ello, les otorga toda la libertad posible para aprender y crecer. Este padre desea una madurez piadosa y les ofrece su influencia, pero él espera pacientemente en el Señor para que cambie a sus hijos. Además, y quizás lo más importante de todo, es que su amor está saturado de gracia. Todos los padres harían bien en emular este ejemplo de padre piadoso. Él es, después de todo, un modelo de lo que es nuestro Padre celestial.

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